El Gran Misterio del Tapón Indomable

Un viaje extraordinario en miniatura de Julio NeoVerne

—¡Increíble, profesor! ¡Se ha vuelto a cerrar solo! —exclamó el joven Axel mientras forcejeaba con la botella de agua.

El profesor Lidenbrock, eminente geógrafo y explorador de lo absurdo, tomó la botella de manos de su sobrino y la examinó con su característica mirada de águila.

—¡Lo que tenemos aquí, querido Axel, es la culminación de siglos de progreso humano! —declaró, sosteniendo el envase como si fuera un artefacto de una civilización perdida—. ¡Un tapón pegado a la botella!

El cochero Hans, fiel asistente del profesor, observaba la escena con su habitual inexpresividad. Sabía que cuando Lidenbrock empezaba con esos discursos, la jornada se alargaba.

—Pero, tío —insistió Axel, intentando recuperar el recipiente—, ¿qué tiene de extraordinario?

—¡Todo, Axel! ¡Todo! Esta humilde pieza de plástico representa el triunfo absoluto de la mente humana sobre el caos de los residuos errantes. ¡Imagínalo! Durante siglos, los tapones han vagado por océanos, desiertos y alcantarillas sin rumbo, como hojas al viento. ¡Pero ahora, por fin, la civilización los ha encadenado a su destino!

Hans carraspeó levemente.

—Sin embargo, profesor… si el tapón sigue pegado, ¿cómo lo bebes?

Lidenbrock palideció. Era una cuestión profunda, de aquellas que desafiaban la lógica misma del progreso.

—¡Por supuesto que se puede beber! —dijo, tratando de girar el tapón. Este, obstinado, giró pero sin desprenderse del todo. Probó en sentido contrario. Nada. Dio un pequeño tirón y un chasquido inquietante resonó en la estancia.

Axel y Hans se inclinaron hacia adelante, expectantes.

—Ejem… es evidente que esta maravilla de la ingeniería tiene un mecanismo que aún no hemos comprendido del todo —dijo el profesor, mientras intentaba disimular su lucha con el ingenioso invento europeo—. ¡Pero no desesperemos! Hemos resuelto problemas mayores.

—Tío, me da sed —protestó Axel.

Hans, con su calma nórdica, tomó la botella de las manos del profesor y, sin esfuerzo, la inclinó ligeramente hasta que el líquido fluyó, esquivando el obstinado tapón.

Lidenbrock lo miró con asombro.

—¡Extraordinario! ¡Bebida sin desenroscar! ¡El tapón no es un obstáculo, sino un enigma!

Axel suspiró.

—O quizá simplemente debamos aceptar que la innovación, profesor, a veces solo es un fastidio bien intencionado.

Lidenbrock frunció el ceño.

—¡Bah! ¡Disparate! ¡Es el futuro! Ahora, Axel, ve y prepárate… ¡debemos partir inmediatamente a Bruselas! ¡Voy a escribir un tratado sobre este tapón indomable! ¡Que la Real Sociedad de Inventores se entere de nuestra hazaña!

Hans suspiró, resignado. Sabía lo que vendría después. Otro viaje absurdo, otra expedición hacia lo inevitablemente burocrático. Pero, después de todo, así era el progreso.

Y el tapón, imperturbable, siguió ahí, pegado a la botella. Como un monumento eterno a la voluntad humana de cambiar lo que no necesita ser cambiado.

FIN.

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NOTA: Este microrrelato está escrito por OpenAI ChatGPT. Este es el prompt (sin iteraciones):

Hagamos otro experimento. Verne fue un investigador curioso que escogió la novela geográfica (viajes maravillosos) para dar a conocer las novedades tecnológicas del momento. Su técnica es la imaginación disciplinada. Limitarse a lo que parece posible y cercano. Pero sacar el máximo partido de ello. Quiero que escribas un cuento breve con lo que Julio Verne podría haber escrito hoy sobre la gran innovación de la Union Europea, el tapón de plastico pegado a la botella (normativa UNE-EN 17665:2023). Tiene que ser un relato humorístico, pero «insightful», provocador…

Que Julio Verne se apiade de mi!

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