Ciencia, literatura y la autocensura de Ramón y Cajal

Una breve nota sobre la ciencia y la ciencia ficción que no pudieron ser (en España).

Entre descarrilar alguna vez y no caminar ni poco ni mucho, que es lo que en España pasa, la elección no es dudosa. (Ramón y Cajal1)

Santiago Ramón y Cajal es reconocido como el científico español con mayor prestigio de la historia de la ciencia en España. Del premio Nobel se conoce y reconoce su trabajo pionero en la descripción de la anatomía del sistema nervioso y la neurociencia, inmortalizado de manera magistral por la escena final del capitulo 7 de la serie de RTVE Historia de una voluntad, Capítulo 7: Descubrimiento final.

💬 En la historia de la ciencia española no ha habido hasta la fecha un científico cuyo obra pueda compararse, tanto en contenido como en repercusión internacional, con la de Santiago Ramón y Cajal (1852-1934). Siendo sus contribuciones mayúsculas y perdurables (todavía continúa siendo profusamente citado en la bibliografía neurológica), tuvo además una dimensión añadida, una que afectó a España: la de servir como ejemplo de lo que había que hacer en ciencia. (José M. Sánchez Ron, El país de los sueños perdidos)


Mucho menos conocida o casi desconocida es su obra de ficción, unos pocos cuentos de especulación científica, muy en línea con la naciente literatura de ciencia ficción de finales del siglo XIX, y habituales por otra parte en muchos grandes científicos que han compartido su pensamiento con un público generalista más allá de los estrechos límites del método científico, abriendo un espacio para la reflexión y la exploración de las posibilidades de la ciencia, el experimento conceptual. Es evidente que ese deseo de explorar y compartir está también en Ramón y Cajal, pero de alguna manera reprimido, quizás por su personalidad, con seguridad por sus circunstancias(2).

💬 … si después de veinticuatro años de estudiar encarnizadamente el órgano del pensamiento en el hombre y los animales no he conquistado todavía el derecho a discurrir con alguna independencia sabre aquellas cuestiones filosóficas íntimamente relacionadas con mis propios descubrimientos, ipues me he lucido! iEstaría bueno que todavía en pleno siglo XX, tuviéramos que emigrar para escribir y renunciáramos al español y a los españoles! (Ramón y Cajal, 1901)

Indagar en el porqué de esa represión en la figura más destacada de la ciencia en España, nos ofrece algunas pistas sobre la cultura y la historia de la ciencia y la ciencia ficción en este país.

Lo que sigue es traducción y sinopsis idiosincrática (como es norma en este blog) del artículo de D.J. O’Connor(3) sobre los «Cuentos de vacaciones»(4) de Ramón y Cajal, en realidad sobre su trastienda, el makingof de los cuentos.

Cuentos de vacaciones

Relatos de Cajal en la Enciclopedia Pulga, en javiercoria.blogspot.com

¿Por qué limitó Ramón y Cajal la circulación de sus «Cuentos de vacaciones» ofreciendo ejemplares sólo a los amigos? La explicación que ofrecía el propio Cajal en 1917 fue que su obra, que en su mayor parte había sido escrita a mediados de la década de 1880, estaba empañada por la falta de originalidad y las deficiencias de estilo. Consciente de sus defectos, no se «atrevió» a ofrecerlo en venta al público(5):

💬 Me limite a regalar algunos ejemplares a los amigos de cuya bondadosa indulgencia estaba bien seguro.

Aunque el descargo de responsabilidad de Cajal puede ser honesto, O’Connor argumenta que una razón incluso más apremiante tiene que ver con su percepción de que el contenido antirreligioso y antisistema de algunas de sus narrativas habría resultado profundamente ofensivo para un público mal preparado y poco comprensivo. Cajal temía además que una reacción desfavorable a los Cuentos pudiera resultar perjudicial tanto para su carrera como para las esperanzas que tenía de hacer avanzar la ciencia española.

La decisión de Cajal pone de manifiesto el debate interno del científico que se siente con la responsabilidad de educar a un público aferrado con tenacidad a las ideas recibidas; y que sopesa los riesgos que podía tener para su carrera el hacer evidente su heterodoxia. La profunda autoconciencia de Cajal como único representante conocido de la ciencia española, así como sus vínculos (desde 1901) con el Instituto de investigaciones Biológicas, patrocinado y financiado por el gobierno, con ramificaciones en laboratorios, personal docente, concesiones de becas y, con el tiempo, el Instituto Cajal, sin duda actuó como un freno para la expresión pública de unos pensamientos que podrían haberlo enfrentado con su tiempo y lugar.

Acontecimientos que fueron muy publicitados en su momento, como la controversia sobre el Darwinismo entre Ernst Haeckel y Rudolf Virchow en 1877, sirvieron para recordar a los científicos de todas partes la posibilidad real de conflicto con los estados modernos comprometidos con el mantenimiento de la autoridad de las instituciones políticas y religiosas. Virchow dio a entender que dado que la ciencia representaba una fuerza bastante débil frente a las mucho más poderosas de la Iglesia y el Estado, su desarrollo exitoso requería la observación de ciertas restricciones. En determinados casos, era preferible que los científicos guardaran silencio para no poner en peligro la existencia misma de sus disciplinas. La posterior defensa de Haeckel de la libertad de enseñar la verdad con independencia de las limitaciones que el estado o la iglesia pudieran intentar imponer, tuvo consecuencias potencialmente dañinas para su carrera profesional(14). Como algunos de sus colegas en otros países que no eran ricos independientes como Charles Darwin ni estaban protegidos por un poderoso patrón como Ernest Haeckel y que, por tanto, de una forma u otra, dependían de las instituciones estatales, Cajal se encontró a menudo en situaciones que exigían discreción y compromiso.

Ramón y Cajal fue el único científico español de talla internacional que, al igual que sus homólogos europeos y americanos, trató de llegar a un público amplio de lectores. Pero mientras que Ernst Haeckel, T. H. Huxley o J. B. S. Haldane entre otros son recordados por haber explorado las relaciones de la biología con la religión, la filosofía, la sociología y la política, con el objetivo de ilustrar a un lector cultivado, los escritos no técnicos de Cajal se relacionan en general solo con su trabajo para inculcar en la juventud española el impulso patriótico de hacer ciencia por el bien, de hecho, por la supervivencia del país. Ninguno de los libros o ensayos de Cajal constituye un intento formal sostenido de aplicar los principios, verdades o ideas que había extraído de la biología a otros campos del conocimiento. Las circunstancias que llevaron a la distribución limitada de los Cuentos de vacaciones tuvieron un efecto negativo en el futuro uso que Cajal hizo del prometedor vehículo de la ficción para estimular el pensamiento sobre biología, ética y religión en el público lector en general.

Pero la razón no fue que Ramón y Cajal no albergara ese mismo tipo de pensamientos e inquietudes y tuviera la necesidad de compartirlos. Aunque no hay pruebas de que Cajal leyera La máquina del tiempo (1895) o La isla del doctor Moreau (1896) de H. G. Wells, en sus primeras apariciones, es más que probable que fuera consciente de su publicación poco tiempo después, a través de los contactos que había hecho en Inglaterra, donde pronunció la Conferencia Croonian de 1894. En 1917, recordando sus primeras fantasías científicas publicadas en 1883, Cajal se refería a sí mismo como antecesor de Wells(6):

💬 Adelantándome en muchos años a las tan decantadas fantasías de Wells, daba yo por misión fundamental de la evolución la eternidad de la vida (esto es., la supervivencia del germoplasma a lo largo de generaciones) y la conquista intelectual y material del Cosmos … jExcusez du peu!

Dejando a un lado las diferencias de estilo y habilidad literaria con H.G. Wells, parece razonable suponer que Cajal creyó en un primer momento que los tiempos eran propicios también en España para las narrativas de base científica orientadas a la reflexión. En 1905 ya no lo tenía tan claro. Ese año publica parte de sus cuentos y explica que había escrito una colección de doce apólogos o relatos semi filosóficos y pseudocientíficos en 1885 o 1886, pero que no se atrevió a publicarlos entonces, primero, por las ideas extravagantes que contenían, y segundo, por la «flojedad» y el «desaliño» de su prosa pero(7):

💬 Hoy, alentado por el benévolo juicio de algunos insignes profesionales de la literatura, me lanzo a publicarlos, no sin retocar algo su forma y modernizar un tanto los datos científicos en que se fundan.
Si él público docto gusta de estas bagatelas literarias, a la serie actual seguirá otra hasta completar la docena de cuentos; si, por el contrario, y es de presumir, mis sermones científicos y trasnochados lirismos no hallan gracia a sus ojos, el resto de estas composiciones dormirá el sueño de los engendros malogrados, que debe ser harto más profundo que el llamado sueño del olvido.

La primera referencia a los límites impuestos a la circulación de los Cuentos es el propio relato que ofrece Cajal en el segundo volumen de su autobiografía, publicado en 1917. Relatando los hechos del año 1905, escribe(8):

💬 Para ser completo, debiera todavía mencionar aquí cierto librito, de saber literario, aparecido en 1905 con el título de Cuentos de vacaciones, y firmado con el pseudónimo Dr. Bacteria. Trátase de cinco narraciones, a modo de causeries pseudo-filos6ficas, donde con poca novedad y desmañado estilo se plantean y resuelven algunos problemas de ética social. Conocedor de los defectos de la citada obrita, no ose ponerla a la venta. Me limite a regalar algunos ejemplares a los amigos de cuya bondadosa indulgencia estaba bien seguro. Si, dispongo alguna vez del vagar indispensable, quizás reimprima y ofrezca al público el citado libro, previamente expurgado de empalagosos lirismos y de no pocas maculas de pensamiento y de estilo.

Pero la evidencia de que Cajal restringió los Cuentos a los amigos por temor a provocar una controversia aparece mucho más clara en otro pasaje que escribió pero no publicó. La versión final de la «Advertencia Preliminar» de los Cuentos de 1905 presentaba los cuentos como el divertimento de un científico cansado del trabajo, y la información y tesis científicas que contenían como «más o menos estimables y vulgares», pero una versión inédita de la «Advertencia” muestra no solo la clara conciencia del autor sobre la naturaleza controvertida de algunas de sus ideas, sino su determinación de no renunciar a ellas(9):

💬 Por seguro tengo que mis lectores deploraran que semejantes cuentos, cuyas tendencias no pueden ser más contrarias ni más antipáticas al común sentir de las gentes, se salvaran de la quema; pero yo me he preguntado: ¿tenemos derecho a destruir el fruto, por amargo y desanimador que sea, del trabajo humano?

💬 … reconociendo de buen grado no solo que podía haber corregido alguno de los defectos anotados; no lo hacemos, porque el hombre joven es otro hombre, y no quiero yo quitarle las ilusiones, ingenuidades y tendencias que tenía de [ilegible] ideas y sentimientos de los demás, y segundo, porque hallo en el relato de ese otro yo, junto a inexperiencias y ñoñeces de niño, un calor de juventud, un optimismo y una generosidad de alma que para sí los quisiera el yo actual, descarnado y escéptico, que escribe este prólogo.

El mismo temor a la controversia que subyace en la decisión de Cajal de no publicar sus narraciones a mediados de los ochenta influyó en su decisión de publicar sólo cinco de los doce originales en 1905. La aprensión de Cajal por la controversia puede deducirse de varias supresiones que hizo sobre la edición de 1901 de su autobiografía al reeditarla en 1917. Como señalaron sus biógrafos Durán Muñoz y Alonso Burón(10), algunos pasajes que expresan «deducciones filosóficas-religiosas solo aparecen en la primera edición de sus Recuerdos de mi vida, ya que en las posteriores han sido modificadas cuando no suprimidas, coma ocurre con el último párrafo transcrito, que fue totalmente eliminado por el mismo»(11).

💬 Harto transparentes aparecen mis ideas religiosas en mis libros. No conviene, sin embargo, tratar de esto, no por mí, sino por las Corporaciones de que formo parte, alguna de las cuales, como la Junta de Pensiones, ha sido tratada de atea, cuando en realidad dominan en ella las católicos. Por lo demás, jamás me acorde de las tendencias filos6ficas o religiosas de nadie al proponer pensiones o adjudicar becas de trabajo.

El estatus profesional de Cajal como científico determinó la forma en que se vieron los Cuentos por sus contemporáneos. Gregorio Marañón afirmó que Cajal creía que la ciencia era la panacea para todos los males. Y claramente, un científico que creía que la ciencia por sí sola justificaba el optimismo por el futuro, no era un hombre en cuyos juicios sobre ciencia, política o religión se pudiera confiar(12).

Con esta afirmación creo que Marañón captura en buena medida el sentir, no se si mayoritario pero sin duda muy extendido todavía en la cultura española de «nuestro tiempo» con respecto a la ciencia, y no digamos ya las ñoñeces de los científicos que se entregan a la especulación de la ciencia ficción.

Los críticos que veían a Cajal como otra víctima ilusa del «cientifismo» ignoraban, sin embargo, afirmaciones como la que recoge en 1915 el Semanario Español(13):

💬 Vaya por delante la declaración de que yo tengo muy pobre idea del hombre y de su civilización. Para mí, la raza humana solo ha creado dos valores dignos de estimación: la ciencia y el arte. En lo demás continua siendo el ultimo animal de presa aparecido.

AMEN.

Retrato de Santiago Ramón y Cajal, Izquierdo Vives,1874.

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  1. Garcia Duran Muñoz y Francisco Alonso Buron, Ramon y Cajal. Vida y obra, 1960
  2. Vida y obra
  3. O’Connor, D.J. ‘Science, Literature and Self-Censorship: Ramón y Cajal’s Cuentos de Vacaciones’. Ideologies and Literature 1 (1985): 99–122. (puede encontrarse aquí https://conservancy.umn.edu/handle/11299/174702)
  4. Los «Cuentos de vacaciones» pueden leerse en textos.info. En la web es posible encontrar diferentes reseñas y reflexiones sobre la «ciencia ficción» de Cajal.
  5. Santiago Ramon y Cajal, Recuerdos de mi vida. (También en Proyecto Gutenberg)
  6. Recuerdos
  7. Cuentos de vacaciones
  8. Recuerdos
  9. Citado en Duran Muñoz, Del sentimiento e idea politica en Santiago Ramon y Cajal, 1948
  10. Vida y obra
  11. Luís Antón de Olmet y Jose de Torres Bernal, Cajal: historia íntima y resumen científico del español más ilustre de su época, 1918)
  12. Gregorio Marañón, Cajal, su tiempo y el nuestro, 1951
  13. Citado en Vida y obra
  14. Varias obras citadas en el artículo de O’Connor (3). Erwin H. Ackerknecht, Rudolf Virchow. Doctor. Statesman. Anthropologist. (1953). Wilhelm Bolsche, Haeckel. His Life and Work (1906). Ernst Haeckel, Freedom in Science and Teaching. With a Prefatory Note by T. H. Huxley, F. R. S. (1879).

Imagen destacada: Esquema del aparato de Golgi (célula motriz de la médula) con sus conexiones con los demás factores protoplásmicos — A, contenido del aparato reticular; B, tubos de Holmgrem;
D, grumos de Nissl; C, neurofíbrillas. (tal como aparece en Recuerdos).

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