John Robinson Pierce (1910 – 2002) fue un ingeniero estadounidense que trabajó para los Bell Labs de ATT Corp., comenzando en 1937 tras graduarse en el Caltech, momento de máximo esplendor de una organización dedicada a la innovación que hoy se contempla con interesada nostalgia.
Junto con sus compañeros Bernard M. Oliver y Claude Shannon, desarrolló el concepto1 de modulación por pulsos codificados (Pulse Code Modulación – PCM), el “novum” de la revolución digital, y en 1949 inventó el término transistor para denominar a la pieza clave de desarrollo tecnológico que la haría posible.

Arthur C. Clarke, que conceptualizó la idea del satélite geoestacionario, reconoció a Pierce como uno de los dos padres del satélite de comunicaciones (junto con Harold Rosen) por sus investigaciones y contribución a su desarrollo.
Escéptico sobre la inteligencia artificial emergente, lideró el Comité Asesor de Procesamiento Automático del Lenguaje (ALPAC), establecido en 1964 por el gobierno de Estados Unidos para evaluar el progreso de la lingüística computacional y la traducción automática. El informe ALPAC de 1966, que ha pasado a la historia por su escepticismo sobre la investigación en traducción automática y su énfasis en la necesidad de investigación básica en lingüística computacional, tuvo como consecuencia que el gobierno estadounidense redujera drásticamente la financiación, dando comienzo al primer invierno de la IA.
Pierce fue una de esas personas peculiares que se encuentran aquí y allá —como enseguida veremos que el mismo describe—, personas cuya curiosidad las conduce hasta las fronteras del conocimiento donde no tienen más remedio que moverse con un pie en la ciencia y otro en la ficción, la ciencia ficción dura, de hecho.
Muchas de las publicaciones de Pierce son obras de divulgación sobre la ciencia y tecnología en desarrollo en su tiempo. El autor de este post lo descubrió el siglo pasado gracias a una de esas contribuciones, una referencia clásica hoy sobre teoría de la información2.
Pero Pierce escribió también ciencia ficción para muchas de las revistas más populares de la época, bajo los seudónimos John Roberts y J.J. Coupling3 y, seguramente no por casualidad, es padre del crítico y editor John J. Pierce, que a lo largo de su vida ha publicado una ambiciosa serie estudios sobre la ciencia ficción.
En un breve artículo titulado Ciencia y Literatura4, publicado en la revista Science en 1951, John R. Pierce reflexiona sobre la ciencia ficción: su potencial y sus limitaciones, las barreras que enfrenta. Es un diagnóstico conciso y elocuente sobre la cuestión, precursor del dilema sobre las dos culturas, y preclara anticipación sobre la evolución que ha seguido y el lugar que ocupa en la sociedad la ciencia ficción.
Lo que sigue a continuación es uno de los característicos robos a mano armada literaria de algunos de los pensamiento de Pierce sobre el Adyacente Posible5.

Ciencia y Literatura
John R. Pierce6
Es reconfortante observar que la gente muestra un interés cada vez mayor por la ciencia ficción. Sugiere que existe interés por la ciencia.
Podemos complacernos pensando que la ciencia tiene mucho que ofrecer al campo de la literatura.
¿No son la ciencia y los científicos dignos de que se escriba sobre ellos? ¿No se cansa la gente de las aventuras rancias, las sorpresas que no tienen nada de sorprendente o las manidas formas de mostrar el crimen? Pensemos en cambio en los ingeniosos artilugios que alguien podríamos estar a punto de fabricar. O en las maravillas que podríamos alcanzar violando solo una o dos leyes de la ciencia. Y si esto no es suficiente, pensemos en el efecto que nuevos dispositivos o principios, posibles o imposibles, podrían tener sobre civilizaciones enteras, y más aún quizás, sobre personas concretas como tú y como yo.
Y si lo que uno desea es la escapada, ¿por qué no escapar de este mundo, hacia los planetas o hacia las estrellas? Que las cosas hayan sucedido en la Tierra como lo han hecho es extraordinariamente arbitrario. ¿Qué otros tipos de criaturas habrían existido en condiciones tan solo un poco diferentes? ¿Qué tipos de civilizaciones extrañas podrían haberse desarrollado?
En cantidad si no en calidad hoy es el día de la ciencia ficción.
En lo que algunos toman por un signo de su madurez, la ciencia ficción tiende cada vez más a ir más allá de las ideas y artilugios aislados para especular sobre el efecto de la ciencia en los seres humanos y en la organización social.
La ciencia ficción ha aportado mucho a la escritura además del reconocimiento de la importancia y popularidad de la ciencia. En cierta medida, ha traído la ciencia misma. Además, ha traído una nueva dimensión de escape, y una mente libre para explorarla.
En su entusiasmo por transmitir algo sobre todo esto, Pierce describe cómo ha revisado tres de las últimas antologías de ciencia ficción, pensando en la posibilidad de recomendarlas a los lectores de Science, y concluye:
No estoy seguro de que quiera hacerlo.
Le preocupa que, en realidad, pocas historias de la ciencia ficción desarrollan ideas científicas.
Al principio, la ciencia ficción era escrita por personas raras aquí y allá. Más tarde, la ciencia ficción prendió entre los jóvenes, y los escritores de pulp de alta velocidad se hicieron cargo del género.
Un punto de vista que Campbell valora mucho es que lo importante no es el artilugio sino sus efectos en los seres humanos y, aún más, en la sociedad.
Pero esta doctrina puede tener consecuencias funestas si se aplica de manera precipitada, y es posible que haya servido como excusa para un deterioro progresivo del núcleo científico y tecnológico duro en buena parte de la ciencia ficción. Muchas historias actuales están construidas, no en torno a la ciencia y la tecnología, sino alrededor de una bolsa de trucos de magia estándar. El viaje en el tiempo —un hiperespacio conveniente para burlar la relatividad y permitir viajar más rápido que la luz— robots y máquinas pensantes que tienen limitaciones arbitrarias o ninguna limitación en absoluto, son ingredientes estándar pero sobreexplotados. Como fanático de la novela policiaca a la antigua que siente que el ingenio y las pistas son tan necesarios como el sexo y los golpes, no puedo estar de acuerdo con todo esto. Me gusta la escapada, pero preferiría escapar hacia algo ingenioso y divertido.
En la producción de escritura a escala y a toda velocidad, se pierden los rasgos distintivos de personas y culturas. No hay tiempo para describir sociedades extrañas, seres extraños o individuos realmente extraños, y todos se vuelven estandarizados, gags de la bolsa de trucos de magia.
El universo inflacionario de la ciencia ficción es, de hecho, mucho menos asombroso que lo que los antropólogos encuentran hoy en el Pacífico Sur o entre nuestros propias comunidades indígenas.
Gran parte de esta inflación, no cabe duda, es resultado del aumento de la popularidad y demanda del género.
Podemos estar complacidos de que la ciencia se invoque cada vez más en la escritura popular, pero quizás se invoca por razones cada vez menos justificadas.
Es posible que la dificultad fundamental para encontrar ciencia en una novela sea la dificultad para mostrar el trabajo diario en una novela. Sobre escritores, artistas, actores, editores, publicistas, toreros y políticos podemos aprender algo leyendo novelas, pero la mayoría de las ocupaciones se llevan a cabo fuera de las páginas de la ficción. Quizás no nos gusta leer sobre nada que tenga que ver con el trabajo. Pero también es posible que los escritores simplemente no sepan mucho sobre cómo se realiza el trabajo en el mundo. Quizás la ciencia y la complicada estructura social y tecnológica en la que está inmersa son ajenas a los escritores.
Si otras personas no escriben bien sobre la ciencia y los científicos, quizás puedan hacerlo los propios científicos. Casi cualquiera que se dedique a la ciencia ha pensado, en algún momento de ocio, en algún aspecto divertido de la ciencia, tal como es o como uno podría cambiarla.
¿Qué pasaría, por ejemplo, con una suspensión de la inercia?
La biología ofrece maravillosas posibilidades de criaturas verdaderamente extrañas y formas de vida extrañas. Seguramente no todas han sido explotadas. ¿Y no podría la antropología ayudar a crear culturas más sorprendentes que esas repetitivamente aburridas que encontramos en las historias típicas?
Existe, sin embargo, una dificultad.
Es tentador especular sobre las historias ingeniosas, bien pensadas y bien escritas que los científicos podrían escribir en torno a ideas sólidas y entretenidas, pero es mucho más difícil escribir este tipo de historias que hablar sobre ellas. ¿Cuántos dedicarán un esfuerzo real en una dirección tan dudosa?
Hay otro posible remedio para el estado de la ciencia en la ficción. La falta de ciencia en la ciencia ficción refleja la falta de ciencia en la mente del gran público.
Quizás la forma más fácil de conseguir que buenos escritores escriban de manera sensata sobre la ciencia y de conseguir que los lectores pidan algo sensato a los escritores, es enseñar a la gente sobre la ciencia.
Quizás los científicos deberían escribir artículos de divulgación en lugar de ciencia ficción.
Algunos humanistas recomiendan libros antiguos para enseñar temas antiguos. Pero hay algo efímero sobre lo mejor de la escritura científica, hechos o ficción, porque la ciencia arroja continuamente nueva luz sobre viejas verdades y continuamente une viejas verdades. Creo que la mayoría de los científicos se estremecería ante la idea de aprender ciencia de libros antiguos, por muy bellamente petrificados que puedan estar. La ciencia está viva y creciendo; el tronco sólido, así como los brotes frescos, es parte del hoy.
En el presente, solo sabemos que la gente está cada vez más interesada en la ciencia. La ciencia ficción, la ciencia en historias y novelas, es muestra de ello, pero también de la ignorancia de la gente. El interés es halagador y bueno. Pero también hay muchos ejemplos de lo contrario. La ignorancia es a veces clamorosa. Nos gustaría que la gente estuviera mucho mejor informada, pero ¿Quién se encargará de ello?

Se busca…
Leyendo a John R. Pierce setenta y cinco años después es inevitable concluir que podría haber otros mundos pero que, en realidad, el que tenemos delante de las narices “es lo que hay”.
De igual manera que los tubos de vacío eran una tecnología inadecuada para escalar el procesado de información, el lenguaje natural y la mente humana resultan insuficientes para llevar adelante una revolución en la representación, comunicación y debate sobre ideas y conceptos complejos, para la especulación sobre el adyacente posible.
El autor de este post se reconoce un fracasado en esta misión que parece imposible en el caos socio tecno político del momento, pero que seguramente no lo sea. Necesitamos a los nuevos Pierce, Oliver y Shannon capaces de encontrar el equivalente a la modulación por impulsos codificados que se requiere para esta misión y al transistor que nos permita superar el horror vacui del debate actual sobre inteligencia artificial… setenta y cinco años después.
Necesitamos descubrir una nueva tecnología capaz de aumentar las capacidades existentes en la actualidad para la especulación informada y el debate racional, que haga posible como los transistores, un escalado exponencial, una tecnología que me voy a permitir denominar de manera provisional como Motor de Especulación Epistémica.
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- Oliver, B.M., J.R. Pierce, y C.E. Shannon. «The Philosophy of PCM». Proceedings of the IRE 36, n.o 11 (1948): 1324-31. https://doi.org/10.1109/JRPROC.1948.231941. ↩︎
- Pierce, John R. An introduction to information theory: symbols, signals & noise. 2nd, rev. ed ed. Dover Publications, 1980. ↩︎
- Seguramente afectado por el síndrome de responsabilidad de Santiago Ramón y Cajal ↩︎
- Pierce, J. R. «Science and Literature». Science 113, n.o 2938 (1951): 431-34. https://doi.org/10.1126/science.113.2938.431. ↩︎
- Un atraco que estoy plenamente convencido John R. Pierce no solo disculparía, sino que agradecería. ↩︎
- Extracto y traducción con algunas libertades editoriales del artículo citado (2) ↩︎
Foto de John R. Pierce, Engineering and Technology Wiki

Jariego, Francisco J.. «Ciencia y literatura. El Motor de Especulación Epistémica». Adyacente posible, 18 de diciembre de 2025. https://adyacenteposible.com/2025/12/18/ciencia-y-literatura-motor-de-especulacion-epistemica/.
